Muchas veces nos engañamos a nosotras mismas, nos creemos preparadas para cosas para las que no lo estamos, nos vendemos mentiras, maquillamos verdades vergonzosas, resumimos años de historia en pocos cuentos y descartamos cosas que nos clasifican como personas porque pensamos que no valen la pena ser dichas.

¿ A donde voy con eso? Quiero decir que inconscientemente, las mujeres somos redactoras de Curriculums profesionales y naturales.

El Curriculum Vitae, para quien ha tenido la suerte de no tener que enfrentarse a este monstruo de papel, es el documento que resume en pocas paginas tu vida laboral, pero más precisamente, tiene como propósito convencer a quien sea que esta leyendo que eres la mejor opción para el trabajo en cuestión.

Muchos mienten, otros “alegorizan”, yo sufro porque no se que vale la pena ser dicho y que no.

Suena ridículo lo sé, uno debería saber cuales son los logros de su vida, pero no lo sabemos. Y aunque las mujeres deberíamos ser más dadas para sintetizar años de carrera y estudio ( en mi caso más estudio que carrera) en un par de hojas -

Si podemos resumir discusiones de horas con tres simples mensajitos contándole a una amiga, lo podemos todo-  no lo somos.

Las mujeres nos concentramos en detalles absurdos, nos enamoramos de alguien por minúsculas fijaciones de un aspecto de esa persona – por como besa, por su sonrisa, por su mirada, y no le damos prioridad a las afinidades. No nos fijamos en la vista panorámica y en vez de hablar de una experiencia laboral que fue clave, escribimos de aquella vez que hicimos un curso de fotografía, porque sentimos que es importante mencionarlo.

La situación opuesta sucede también. Obviamos cosas que valen la pena ser dichas, porque sentimos que nos “categorizan” y por alguna razón extraña, ser “categorizadas” no nos gusta. Hablo de aquellas primeras citas en las que sabemos qué NO decir mejor que lo que queremos verdaderamente contar. No vayas a contarle de tu ex, no vayas a decir que te gustan los románticos, no le vayas a contar de aquella vez que… ¡Pues no! Estamos equivocadas, vale la pena decirlo porque todas esas cosas nos hacen ser quien somos, el toque está en como se dice, con personalidad y voz firme. Hablar por encimita de nosotras, nos hace parece superficiales, y sabemos muy bien que no lo somos.

Esto nos lleva a mi próximo punto, las mentiritas blancas. Y déjenme decir las cosas como son, yo no soy racista con esto de las mentiras, sea blanca o no, una mentira es una mentira; y no conviene estar contándola. No vas a impresionar a nadie con talentos que no tienes, los vas a impresionar con la honestidad que si tienes.

Últimamente he aprendido, escribiendo mi verdadero Curriculum, que las cosas en las que soy “menos apta”, son aquellas que me son de menor interés y si me llegaran a dar un trabajo en el área en cuestión, es posible que me aburra. ¿Cómo se traduce esto en la vida no laboral? No vayas a decir en una cita que eres buena cocinando y que te encanta si no es verdad porque se lo va a contar a su madre y te pedirá que le cocines hasta al perro- sin mencionar que te regalará siempre libros de cocina y utensilios que parecen instrumentos de tortura.

Finalmente el punto más importante de todos, y que a mi parecer, es el más difícil de lograr. De alguna manera u otra, tenemos que lograr darle vida a las palabras. Ya hemos vencido, pero ¿que pasa cuando no están convencidos?

En este momento, tenemos que demostrar que sí somos quienes somos, que si lo valemos, que pueden confiar en nosotras. Suena fácil pero no lo es.

Recientemente leyendo un libro de grandes empresarios hablaban de la importancia de la confianza en uno mismo, y de cómo las mujeres solemos pensar que siempre hay alguien más preparado que nosotros a nivel laboral, simplemente por instinto animal, porque no nacimos cazadoras, eso sí, que alguien venga a insultar las aptitudes de madre de una mujer y se lo come vivo.

Y el error está en que nosotros sabemos lo que queremos pero que no se lo contamos a nadie más por si acaso no se da.

“Curriculum Vitae” quiere decir carrera de vida y aquí está la clave. Uno no se encuentra casualmente corriendo un maratón, uno se prepara porque sabe que lo quiere ganar. Está bien, es poco probable que lo ganemos, pero si no decimos que lo queremos van a pensar que corremos sin rumbo.

Uno de los logros es saber qué queremos, otro es correr sin darle importancia a detalles como con que zapatos corremos, otro logro  más es asumir verdades y repetirlas hasta que se vuelvan estas mismas logros, tal vez no ganaste el anterior pero aquí te veo corriendo por la victoria a pesar de todo. Y finalmente llega el logro que es ganar – la meta estará lejos muchas veces pero una vez que defines lo que quieres, la verás nítida y no te enfocarás en nada más.