Guerra de pranes

POR JUAN GUERRERO - VENEZUELA - 22 DIC 2016, 3:25 P.M.

  Lo ocurrido en Ciudad Bolívar recientemente era de esperarse. En lo personal no me tomó por sorpresa. Quizá esperaba que ocurriera meses atrás.

   Esto que indicamos lo hacemos porque hace más de cuatro años escribí un artículo, En capilla ardiente ( http://www.reportero24.com/2012/12/06/juan-guerrero-en-capilla-ardiente/ ) que varios de mis lectores hasta llegaron a decir que eran inventos o en otros, que era pura fantasía.

   Después, este mismo año, publiqué otro escrito, El califato de Guayana (http://www.lapatilla.com/site/2016/03/17/juan-guerrero-el-califato-de-guayana/ ) que fue recibido con escepticismo y hasta dudas. En un país de pocos lectores y tanta censura, información y contrainformación, era de esperarse que esto ocurriese.

   Ahora, releyendo estos dos escritos sé que tristemente estaba en lo cierto. Y ahora me atrevo a indicar algo más.

   Siendo San Félix el lugar donde existe el barrio, Vista al sol, más extenso de toda Latinoamérica. Con la práctica de un modo de vida, donde por cerca de 35 años se practican unos valores, principios y costumbres propias de la vida “pránica” (-de Pran: Preso Renegado Asesino Nato) y donde, desde los años ‘80s., se presentan los fenómenos psicosociales más reveladores de una sociedad absolutamente asocial; me atrevo a afirmar que allí el naciente Estado está forjando al “nuevo hombre”.

   Desde hace más de 25 años ya se había alertado que en Guayana, por ejemplo, por las características de ser un sitio de límites internacionales con fronteras sin control, se darían las invasiones de otras nacionalidades. Invasiones de mineros, con sus costumbres asociales claras. Por mantener una práctica de puertos fluviales sin control alguno. A más de prácticas cotidianas locales, donde el núcleo familiar estaba muy debilitado por la actividad industrial que diseminó la llamada presencia del “come muslo” en la vida cotidiana del guayanés.

   Esto provocó el estallido en los ‘80s., de alarmantes estadísticas de embarazos precoces, enfermedades de transmisión sexual (fue el primer foco en Latinoamérica donde apareció el Sida), la proliferación de la prostitución. Todo ello, junto con la organización de sindicatos (-de la construcción, por ejemplo) que en gran medida se transformaron en agencias de colocaciones y después, en reales y verdaderos centros de mafias donde se traficaban puestos de trabajo, y terminaron siendo lugares donde grupos altamente peligrosos han servido de relaciones, entre el hampa organizada y la política partidista oficial y opositora.

   Esto devino en jugosos negocios de las empresas básicas. Para ello los nuevos amos de la región han sectorizado toda la riqueza del ámbito regional. Desde las materias primas hasta los materiales semiprocesados y procesados: briquetas, alúmina, barras de aluminio, planchones y palanquillas (acero), alambrón, cabillas, y pare usted de contar.

   El control de los alimentos, en manos de las organizaciones de asiáticos (-en su mayoría chinos) quienes inicialmente entraban por Guyana de manera ilegal, y después como perro por su casa, desde Maiquetía, ha sido siempre una bien orquestada planificación del gobierno chino. Para nadie es secreto que los comerciantes chinos solo obedecen a un coordinador quien a su vez, está conectado a una federación que planifica la ubicación de los chinos, básicamente en Guayana.

   Esta independencia de años practicada por los chinos los hizo sentirse fortalecidos y protegidos en sus sitios de trabajo. Hizo esto que en todo sitio, mostraran cierta prepotencia y arrogancia que en más de una ocasión, hiciera explosión. Varios casos de saqueos a los chinos han ocurrido en Guayana en los últimos 10 años.

   Contrario a esto ha sido la irrupción de los árabes en el escenario guayanés. Estos se han fortalecido en gran medida, gracias a sus enclaves políticos de descendientes en el oficialismo.

   Todo esto que indicamos y otras cosillas más, están por detrás de lo que ha ocurrido recientemente en Guayana, desde Santa Elena de Uairén, Tumeremo, Guasipati, El Callao, San Félix, Ciudad Piar, hasta Ciudad Bolívar y otros pequeños lugares.

   Es la organización de mafias por el control de todo aquello que represente valor comercial. Desde las minas de oro, diamante y minerales estratégicos, como el escasísimo coltán (colombita/tantalita), hasta cabillas, gasolina, tráfico (-rutas) para el narcotráfico, y ahora, el control para la adquisición y distribución de alimentos, y posiblemente, la administración de dinero, al mayor (-entidades financieras) y menudeo (-usted).

   En todo este dantesco escenario de economía pránica, los centros de poder regionales están en franco enfrentamiento con el poder central del naciente Estado (-no sé cómo llamarlo), disfrazado momentáneamente con pintura roja (chavizmo, revolución bolivariana, socialismo)

   Lo triste de todo es que los sucesos de días pasados tomaron por sorpresa a más de un hambriento y desorientado angostureño, quien se ha visto envuelto en esta miserable novela de mala muerte, donde ahora acelera su dependencia con las mafias que desde centros de reclusión y oficinas gubernamentales y privadas, están delineando y cortando la nueva torta, por pedazos.

   Por lo tanto, la decisión tomada para restringir la circulación monetaria, fue un plan muy bien concebido y donde nada ha sido dejado al azar. Salvo la reacción de ingenuos bolivarenses y de quienes, de buena fe, escriben por las redes sociales.

   Lo que ha habido es un reordenamiento y pase de factura, a unos, mientras otros asumen nuevos manejos y control de bienes y servicios.

   Y en esos pedazos de torta, por reclamo aireado de los chinos, habrá que meterlos, al igual que a los árabes, fronterizos y, obviamente, a los regionales y nacionales rojos.

   Los guayaneses seguirán padeciendo, como alejados venezolanos de segunda, el olvido de un Estado que los seguirá usando y ofreciendo al mejor postor como objetos de uso, de mano de obra semiesclavizada. Como ocurre, desde hace décadas, con la minería y sus abominables y dantescas consecuencias de tiempos recientes.

   Lo lamento por los ciudadanos dignos de la inmensa Guayana, la mayoría, gente solidaria, laboriosa y de valores y principios que practican desde sus amadas tradiciones.

   Navidad triste y sombría deben pasar por imposición de bandas pránicas que asaltaron su telúrica y mágica tierra.

(*)  [email protected]   TW @camilodeasis   IG @camilodeasis1

 

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