Me he dado cuenta que muchas veces cuando uno dice que las cosas con complicadas trata de evitar decir lo que verdaderamente piensa- que en si es demasiado sencillo.

Ejemplos: “Nuestra relación es complicada” quiere decir “ En verdad no tenemos una relación como tal” … Cuando dices “ Estoy enamorado de ella pero es todo bastante complicado ” significa “ Ella no está enamorada de mí”. Y punto.

Personalmente tiendo a crear esta barrera ficticia de complicación para que la gente no me pregunte más del tema porque la verdad, la sencilla verdad, no suena bien a oídos ajenos. Creo que no lo hago por vergüenza, o por miedo a que me juzguen, muchas veces es porque no quiero herir – pero casi siempre es porque sencillamente no tengo ganas.

Y ¿Qué hay de malo a no tener ganas? Que la gente no suele admitirlo y por lo tanto no se ha establecido una reacción socialmente aceptable para cuando alguien te dice que no tiene ganas de hacer tal cosa. Yo, que a veces no tengo ganas de inventarme excusas lo digo y la gente a mi alrededor no sabe qué decir. Algunos se molestan, otros se ofenden, otros callan. Pero a mí, sin duda aquellos que me gustan más son los que lo entienden. Una de mis amistades más particulares se basa en este concepto. Nos hablamos cuando tenemos ganas, peleamos cuando tenemos ganas, no respondemos cuando no tenemos ganas y nos decimos las cosas sin pelos en la lengua. Y quiero que sepan que este tipo de relación, a mi parecer, es fundamental para la vida de una mujer del siglo 21.

Ya tenemos demasiadas obligaciones de por sí como para transformar cosas optativas en promesas sin intención. Invito a todas, de ahora en adelante a admitir que a veces no tenemos ganas.

La mayor dificultad está en entender cuando puedes darle prioridad a ese sentimiento de “Je m’en foutisme ” como se dice en francés. Ese sentimiento de “No me interesa eso ” no siempre tiene la oportunidad de ser expresado, porque la obligación es mayor, porque las consecuencias son disgustosas o porque nos damos cuenta que las ganas son importantes a corto plazo y el resultado influye en un cambio mayor a largo plazo.
Así que les doy una pequeña guía de cómo se usa, cuándo se usa, y cuándo no.

Para proyectos profesionales, universitarios y escolásticos, para cumpleaños de gente cercana, aniversarios de bodas, eventos limitados, cuando te lo pide tu madre, cuando te lo pide la abuela, cuando lo pide la suegra, y en los casos en los que se pasa por maleducada, en aquellos en los que se pasa por irresponsable y los otros que se pasa por pedante – NO se le debe dar prioridad al Je m’en foutiste interno.

En cambio cuando estás pasando por un momento difícil, cuando te invitan a una fiesta y tu ya estas en pijama, cuando la celebración requiere que cocines tú, cuando la receta en cuestión necesita que pases 3 horas batiendo huevos y azucara para nunca llegar al punto de nieve exacto, cuando el precio del evento es proporcional al aburrimiento ( en caso que sea alto), cuando la diferencia de precio entre el autobús y el taxi es una ridiculez, cuando está lloviendo, cuando no necesitas hacer dieta, cuando no te gusta el que te invita a salir, cuando el chiste no da risa, cuando te etiquetaron en una foto fea, cuando hay que madrugar sin razón, cuando puedes dejar los platos en remojo, cuando no sabes de que escribir o qué decir, cuando no quieres aceptar que te están faltando el respeto, cuando la gente que juzga es gente poco importante, cuando no te dan una nota al final del proyecto, cuando te duelen demasiado los pies para ponerte tacones, cuando no te importa a ti y sencillamente no le importa a nadie más – Admitelo orgullosamente ¡no tienes ganas!